Las candidatas….

Por Sixto Duarte

…..La semana pasada Morena eligió a su “coordinadora de la defensa de la Cuarta Transformación”, cargo que es un eufemismo para no decir que eligieron a su candidata a la Presidencia de la República.

Era más que evidente desde que empezó este gobierno que López Obrador pretendía dirigir el proceso de elección de candidato de su partido a Claudia Sheinbaum.

Solamente quienes no entendieron las señales podían creer que el proceso sería imparcial. El uso de recursos públicos, la cargada oficial, así como el desprecio para el resto de los aspirantes evidenciaba hacia dónde quería ir el presidente. Con todo ello, no resultó sorpresivo que Sheinbaum fuera la ungida. Lo sorprendente es que haya sido elegida por parte de López Obrador, cuando ha dado claras muestras de misoginia en su ejercicio público. Quizá su predilección en cierta forma, en vez de hacerlo ver como incluyente, lo evidencie como misógino, pues puede creer que Sheinbaum le obedecerá una vez que él deje de mandar. 

El miércoles pasado se tomó esa decisión, sin sorpresas. Por ello, hubo diversas reacciones al interior de Morena. Marcelo Ebrard acusó un proceso opaco y tendencioso y decidió abrir la cloaca y señalar todas las irregularidades que le tocó advertir. Desde mi perspectiva, era evidente que quien encabezaba las encuestas al interior de Morena era precisamente Ebrard, sin embargo, como el presidente dijo en sus reuniones cercanas, él sería el único encargado de interpretar las encuestas. Por ende, ‘interpretó’ que Sheinbaum encabezaba los números. 

Ebrard ha sido por décadas un beneficiario del sistema. En 2005, cuando el ungido para ser candidato a la Jefatura de Gobierno fue él, naturalmente no acusó ninguna irregularidad. Ahora, señala lo que por años le benefició. 

Me parece que a partir de su berrinche, Ebrard perdió la posibilidad de negociar o acomodar algunas de sus piezas en el proyecto político naciente. En este momento, estamos en la expectativa de qué anunciará Ebrard el día de mañana. 

Se dice que puede ser candidato por parte del Movimiento Ciudadano. Se especuló incluso que pudiera ser candidato independiente, pero ese barco ya zarpó, por los límites temporales que la propia ley establece. 

Por ello, parecería que la opción que le queda a Ebrard es ser candidato de MC. Muchos comentarios se han dado ante esta posibilidad. Muchos de ellos van encaminados a decir que Ebrard es candidato del MC, le quitaría votos a la oposición. Yo, por el contrario, lo veo al revés. Ebrard salió de Morena, es a Morena a quien le mermaría algunos votos asumiendo que esa fuera la opción por la que optara.

En este momento, Morena atraviesa por un momento de crisis interna, pues sin duda Ebrard deja una fisura en el oficialismo, misma que deben de arreglar si aspiran a ser competitivos.

Ahora bien, la cargada es un fenómeno político constante en estos casos. Muchos de los que apoyaban a Marcelo no querrán quedarse fuera de la jugada y seguramente ya se sumaron o esperan sumarse a Sheinbaum. A pesar de ello, veo un riesgo constante para Morena. 

Si Marcelo decida reconsiderar su postura, podrá aspirar a coordinar a los Senadores de su partido. El Tlatoani morenista ya decretó que así sería para el segundo lugar. Falta ver si a Ebrard le interesa. 

Ahora bien, falta el proceso legal para elegirla como candidata. El proceso electoral apenas inició el 7 de septiembre pasado. Por ello, todo lo que hayan hecho dentro de su proceso no es fiscalizable desde una perspectiva de campañas, mas puede ser tomado en cuenta para acumularle gasto para una eventual postulación.

Justamente porque no fue parte de un procedimiento normado, oficialmente Morena todavía no tiene candidata. Morena tendrá que emitir una convocatoria para elección interna, suscribir una alianza electoral con sus partidos satélites, y elegir a Sheinbaum. Es en esa etapa en donde Marcelo todavía puede patalear. No existe una constancia de mayoría para Sheinbaum, solamente la transmisión de un ‘bastón de mando’, esa medida populista impulsada desde Palacio Nacional, para posar de respetuosos e incluyentes en las tradiciones preshipánicas.

En oposición a lo anterior, el proceso dentro del Frente Amplio por México fue terso. Beatriz Paredes decidió declinar a favor de Xóchitl Gálvez, por lo que la oposición se fortalece al no tener fisuras como las de Morena.

Creo que en este ejercicio, dentro del Frente Amplio por México, el crecimiento de Xóchitl Gálvez fue orgánico. Sin duda, la mejor candidata de la oposición es ella. No hubo cargada, ni dados cargados a favor de ella. De un ejercicio de auscultación minuciosa, se concluyó que ella es quien tiene mayores posibilidades de ganar. Como se describió en un artículo de opinión publicado recientemente en un medio nacional, el error y la soberbia de López Obrador al no dejar entrar a Gálvez a la mañanera, la catapultaron a ser ahora la abanderada de la oposición.

Los tres partidos que integran el frente opositor estuvieron de acuerdo en que Xóchitl Gálvez sea la candidata. Esta es la primera vez que las candidatas (que todavía no asumen tal carácter) son únicamente mujeres, lo que garantiza que la siguiente Presidenta de México sea precisamente mujer. 

Esto viene a evidenciar que la participación política de la mujer en México ya es una garantía. Sin cuotas obscenas, mismas que en palabras de Vargas Llosa, “son un cupo aritmético que finge respetar la equidad”, las candidatas demostraron que se puede hacer política ya en condiciones de igualdad, no así de equidad.

Si bien considero que Sheinbaum recibió una enorme ayuda por parte de López Obrador, lo cierto es que, cuando menos, estaba en segundo lugar en dicha encuesta interna.

Lo que viene ahora es el proceso electoral más competido de la historia reciente. Al haber dos candidatas mujeres, es evidente que durante todo el proceso electoral habrá señalamientos de violencia política de género de un bando al otro. Esperemos que exista la madurez política suficiente para no utilizar una herramienta que se ha convertido en la espada de Damocles de todos los políticos, pues parecería que cualquier debate político donde participe una mujer puede terminar en una acusación de violencia política de género. 

Ya hay dos candidatas a la Presidencia de la República. Se puede desarraigar la idea de que México es un país machista en política. Con la mitad de las candidaturas a puestos de elección popular, y con dos candidatas mujeres, podemos empezar a cuestionar las nocivas cuotas que establecen las autoridades electorales. No las que establece la Constitución, pues están contenidas en ella, sino las referentes a los bloques de competitividad, y todos esos argumentos que las autoridades comiciales han decidido crear y defender. 

Esperemos que el proceso electoral que se avecina venga cargado de propuestas para mejorar lo que se ha destruido en México en los últimos cinco años. México no aguanta seis años más de improvisación, rencor y polarización, que son los elementos que ha implementado la 4T desde que gobierna.

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