La calumnia como modus operandi

Juan Carlos Loera de la Rosa / Político

…..La derecha conservadora, coludida con lo que queda del priismo (por cierto lo peor) que gobernó por más de 70 años, y con los medios de comunicación de masas y redes sociales asociados a la derecha y ultra derecha que operan como cámaras de eco y que cada vez más dejan a las audiencias menos impermeables, ya rebasó los límites hasta de la indecencia.

En su libro “El Vendedor de Silencio”, Enrique Serna retrata la vida oscura del periodista Carlos Denegri con un thriller pasional, político y personal pero también nos ofrece una radiografía del periodismo mercenario al servicio del poder a cambio de privilegios y dinero. Así por más de sesenta años, incluso transversal a la alternancia de inicios de este siglo, se engañó al pueblo de una manera constante, sin ninguna ética ni rigor periodístico, los medios estuvieron dedicados a acumular riqueza y poder.

A partir de la instalación de la Cuarta Transformación en México, se les vino el mundo encima a los “paleros” del régimen porque perdieron la colusión con el poder político y la subvención con dinero público. Pero no perdieron su ambición ni otras fuentes de financiamiento, especialmente las de la derecha y de algunos sectores del empresariado conservador que se enriquecieron bajo el amparo del poder y del despojo del patrimonio nacional.

Los conservadores han tenido variantes en sus argumentos para mantener el orden imperante en sexenios anteriores porque se han visto obligados, pues ninguno les ha pegado y vaya que se han esforzado. Desde 2006 intentaron relacionar el proyecto de Andrés Manuel López Obrador con Cuba y Venezuela, emprendieron una campaña infame señalándolo de ser “un peligro para México”, y México nunca se convirtió ni en Cuba ni en Vanezuela. En nuestra lucha por la defensa de la soberanía nacional y el petróleo, nos han tachado de anacrónicos y comunistas; siempre dijeron que incrementar los salarios traería grandes calamidades y que si la izquierda llegara a gobernar México habría que lamentar la pérdida de empleos, fuga de capitales, inflación y devaluación de nuestra moneda. La catástrofe que siempre pregonaron nunca ocurrió.

Ya con AMLO en el poder, nunca reconocieron el trabajo entregado para combatir la pandemia, y que la economía del país no se colapsó, los sectores donde se debía inyectar recurso económico, así se hizo, mientras ellos reclamaban privilegios para unos cuantos, por cierto los más poderosos. Han acusado al Gobierno Federal actual de militarizar el país, no han reconocido que las causas de la violencia se están atacando de raíz como nunca antes y que ha disminuido la tendencia hacia la alta de los homicidios dolosos, pero que la seguridad alimentaria, laboral, en materia de ingresos, educativa y muy pronto con las nuevas reformas, en vivienda y salud, ha mejorado sustantivamente.

Han dicho que la familia de nuestro presidente vive como sultanes. A nivel local, le pusieron una careta de humildes campesinos a los potentados industriales agrícolas para así por medio de la violencia robarse el agua para el beneficio de un puñado de millonarios.

La última que se aventaron, o mejor dicho la más reciente es acusar mezquinamente a nuestro presidente de haber tenido vínculos con el narcotráfico; ahí sí se dieron una mordidota de lengua.

Y así le puedo seguir mi estimado lector, se nos acabaría la tinta de esta edición con todos las posturas contrarias a nuestro presidente que la derecha ha lanzado a través de medios de comunicación “importantes” como el New York Times.  Pero que todas han tenido dos grandes comunes denominadores: la calumnia y la ambición por regresar al poder; bien lo dijo AMLO que regresen, pero lo que se robaron.

Es tanto el descaro y la desesperación de la derecha y sus medios aliados, que lo acusan de polarizar al país cuando las posturas de ellos son de lo más grotescas y agresivas. Lo que ha ocasionado el afán presidencial de informar todos los días al país sobre la realidad de la vida pública y hablarle de frente y con argumentos reales a los detractores, es que el pueblo se interese, se politice; que opine a favor o en contra pero que opine; es lo que AMLO ha llamado la “revolución de las conciencias”; a eso le llama la derecha polarización, ellos prefieren a un Pueblo engañado y entretenido con superficialidades.

No son capaces de reconocer que por primera vez existe la libertad de hablar mal del presidente, a base de mentiras por cierto, pero tienen la libertad; le tiran la mordida a quien les quitó el bozal.

Ya en el colmo de la ridiculez, en los próximos días veremos una campaña mediática en contra de López Obrador por divulgar el teléfono de la jefa de la corresponsalía del New York Times, medio estadounidense que sin ningún recato lo trata de involucrar con el narco. Estarán haciendo escándalo ante esa nimiedad como si no vivieramos en un mundo en que las comunicaciones han rebasado por años luz a un simple número telefónico; cuando ahora en las redes sociales hay muchas formas de mandar mensajes negativos o positivos a cualquier persona, y más si es figura pública, como lo son los periodistas y los políticos.

“La corresponsal del New York Times envía a Jesús un cuestionario, pero es un tono que ahora lo van a ver, es amenazante, prepotente, dándonos a conocer que están haciendo una investigación con información de la DEA, en donde gentes vinculadas a mí recibieron dinero ya no en el 6 (elección del 2006), en el 18 (2018) incluso que entregaron dinero a mis hijos. Entonces y que le daban, creo que hasta las 5:00 de la tarde ultimátum a Jesús (Ramírez) para que contestara este lo que vamos a ver ahora”, señaló el presidente de México esta semana en La Mañanera.

Durante la lectura a las siete preguntas que envió la jefa de oficina para México de The New York Times, López Obrador destacó la falta de pruebas y la distorsión de la información presentada por el medio, refutando cada una de las acusaciones vertidas en el cuestionario. Además, lo calificó como un «pasquín inmundo». (Sic. El Economista).

No les cae el veinte todavía a algunos periodistas y dueños de los medios, que su trabajo es público y debe ser en favor de la democracia y de la justicia, los Carlos Denegris le hicieron mucho daño a nuestro país, por su cercanía con el poder económico y el poder político y su apego al dinero. Los medios deben ser voceros del pueblo y de la democracia, su papel debe ser sustantivo para el progreso y la justicia.

Nada más veloz que la calumnia.

Diario de Juarez.

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