Mayra Chávez / Abogada…
Les quiero compartir una experiencia que tuve hace poco durante un recorrido por el mercado de San Pancho, donde estuvimos platicando con la gente sobre el famoso Plan C. En ese andar, me encontré con un simpatizante muy ferviente del PAN. Entre las charlas que se dan en los mercados, de esas que todos disfrutamos, este amigo me dijo con mucha seguridad que Chihuahua es un bastión panista, que los resultados de la última elección lo dejaban muy claro.

Yo le respondí con números en la mano: le recordé que Claudia Sheinbaum ganó el estado con más del 52% de los votos, mientras que la candidata del frente apenas logró un 35%. Ahí, me dio la razón en lo federal, pero rápidamente cambió la jugada y me dijo: «En lo local, ganamos nosotros; el PAN arrasó y eso se ve en el número de diputados que tenemos».
Esa conversación me dejó pensando y es la razón por la que escribo estas líneas hoy. Veamos bien qué es lo que pasó en Chihuahua.
En términos de votos, Morena fue el partido más apoyado en Chihuahua. Obtuvo 631,955 votos, lo que representa el 41.52% del total en la elección de diputaciones locales. El PAN quedó bastante atrás, con 410,859 votos, o sea, un 26.99%. Otros partidos como el PRI, MC, el Verde, el PT y algunos más, lograron menos votos. Entonces, si Morena fue el más votado, ¿por qué hay esa percepción de que el PAN arrasó? La clave está en cómo se distribuyeron las diputaciones de mayoría relativa.
Aquí viene la cuestión: el PAN, con menos votos que Morena, obtuvo 11 diputaciones de mayoría relativa. Morena, con más votos, se quedó con 7. El PRI obtuvo 3 y el PT 1. Son en total 22 diputados y diputadas que llegaron por mayoría relativa. A simple vista, esto puede parecer un desbalance, como si no reflejara la voluntad del pueblo de Chihuahua. Pero no nos confundamos, porque las reglas del juego electoral son claras, y todos, absolutamente todos, las aceptamos desde el inicio.
Es importante señalar que esas mismas reglas dicen que todavía faltan por asignar 11 diputaciones de representación proporcional, y en eso está trabajando el Instituto Estatal Electoral (IEE). Aunque hay algunas impugnaciones en proceso, la asignación actual podría quedar así:
Primero, se otorga un escaño a todos los partidos que obtuvieron más del 3% de la votación válida. Esto incluye al PAN, PRI, Verde, PT, MC y, por supuesto, a Morena. Luego, en una segunda ronda, se reparten escaños entre los que superaron el 5%, siempre y cuando no se exceda el límite de sobrerrepresentación. Aquí entrarían el PRI, MC y Morena. Y, finalmente, en una tercera ronda, se asignan las últimas diputaciones, que en este caso corresponderían al PRI y a Morena.
Con esta distribución, Morena, que obtuvo el 41.52% de los votos, tendría 10 diputaciones, mientras que el PAN, con un 26.99% de los votos, tendría 12. Algunos podrían ver esto como una injusticia, pero es crucial entender que así funcionan las reglas que todos aceptamos. Y sí aunque nos parezca injusto, esas son las reglas de nuestra democracia.
Hay quienes, desde el PAN, han querido construir una narrativa que distorsiona la realidad, diciendo que Chihuahua es un bastión panista. Esa narrativa ignora los números y busca confundir a la gente. Pero no podemos caer en esas trampas. Lo importante aquí es que todos los partidos jugaron bajo las mismas reglas, y esas reglas son las que determinaron los resultados. Si el PAN tiene más diputaciones, no es porque haya arrasado, sino porque así está diseñado el sistema electoral, que busca equilibrar la representación de todas las fuerzas políticas. Si se hubiera tratado de la gubernatura, otro habría sido el resultado.
También hay que recordar que, si se le diera un diputado más al PAN, estaríamos hablando de una sobrerrepresentación que no refleja la realidad del voto. Sería como si el PAN hubiese obtenido un 36.36% de los votos, algo que no es cierto. Por eso, en este proceso de revisión y análisis, lo correcto es que Morena reciba la representación que corresponde a su 41.52% de votos. Aun así, Morena y el PAN tienen 12 diputaciones cada uno en este momento, lo cual ya demuestra que esa idea de que Chihuahua es un bastión panista no tiene mucho fundamento.
En fin, lo que importa aquí es que todos acordamos las reglas desde el principio. Estas reglas fueron aplicadas de la misma manera para todos, sin excepciones. Por eso, aunque a algunos les parezcan injustos los resultados, es fundamental respetarlos, porque son el reflejo de un proceso democrático. Vamos a esperar a que se resuelvan las impugnaciones, y después de eso, seguir adelante.
Para construir un México más justo y más democrático, debemos de partir de un acuerdo común: es inadmisible aprovecharse del engaño para desvirtuar la realidad. En las calles y con los ciudadanos de a pie, nuestro movimiento sigue avanzando. Esa es una verdad evidente que ni las falsas narrativas del PAN lo pueden ocultar.
Deja un comentario