Claudia es AMLO pero…  ¿dependerá de AMLO?

La figura de Claudia Sheinbaum fue colocada en los podios internacionales como la heroína electoral que arrasó para Morena la Ciudad de México en 2018 y quedó convertida en una mujer que gobernaría una de las metrópolis más grandes de la Tierra….

LA COLUMNA de El Diario…..

Atronó su nombre por todo el mundo. Aun sin arrancar su régimen ya era visualizada en el paso gigante que sin sorpresa dio este miércoles: candidata de Morena a la Presidencia de la República y posible sucesora de Andrés Manuel López Obrador en el poder federal azteca-mestizo.

No llega imbatible la doctora al ring electoral por mucho que las encuestas la coloquen a ella y a su partido con un par de dígitos por encima de su más cercana competidora; la señora X, la postulada por el Frente Amplio, Xóchitl Gálvez.  Son ligeramente arriba de 10 puntos. Nada en realidad con los tambores de guerra apenas anunciando la batalla decisiva, a 10 meses de distancia todavía.

En el 2018 Claudia arrasó a la oposición de la Ciudad de México junto con el figurón popular, también contundente que fue en ese momento, López Obrador, pero solo tres años más tarde perdió la mitad y algo más del territorio obtenido en la gran Tenochtitlan.

Fue derrotado Morena en seis de las 11 alcaldías que gobernaba hasta el 2018, incluida la que había encabezado ella misma, Tlalpan. También perdió la populosa Miguel Hidalgo; y la Alvaro Obregón, que había sido manejada con pésimo tino por Layda Sansores. Xochimilco fue retenido solo con un polémico recuento de votos que dio al partido oficial el uno por ciento de diferencia.

Así fue golpeada con dureza la izquierda en CdMx luego de 34 años en el poder ininterrumpidos y de un tremendo desgaste originado por las escasas diferencias con el antecesor PRI en el ejercicio de gobierno (inseguridad, desorden, corrupción) y las fracturas internas al propio estilo del tricolor.

Nació Morena en el 2012 como una derivación del Partido de la Revolución Democrática (PRD) cuando fue derrotado López Obrador por Peña Nieto. No reconoció el tabasqueño el triunfo de un presidente que sería más célebre por los memes y las parodias que inspiró que por su gobierno.

Así llegó AMLO al 2018 y entró a Palacio bajo la muy cantada frase del cuchillo en mantequilla. Venía perfilado en caballo de hacienda desde el 2006 cuando cayó por menos de 300 mil votos frente a Felipe Calderón. Si a Peña con mayor margen en las urnas no reconoció la victoria al panista menos. Tras 12 años cerquita solo debía apelar a la paciencia.

Debe ser completado el círculo de aquella historia como Morena surgido por fuertes pleitos en el PRD pero el PRD nacido de priistas inconformes con el Revolucionario Institucional. Cuauhtémoc Cárdenas a la cabeza; Porfirio Muñoz Ledo y Andrés Manuel López Obrador, sus manos derechas.

No encontró la izquierda perteneciente sí al PRI pero formada ideológicamente en las corrientes socialistas internacionales (Cuba-la exURSS) acceso a espacios de poder respetables así que decidió destetarse del Revolucionario Institucional y crear su propia marca sin quitar de sus siglas el gen, Revolución, Partido de la Revolución Democrática (PRD) que gobernó CdMx y casi siempre sus 16 alcaldías desde 1989 hasta pasar de la Revolución a la Regeneración (Movimiento de Regeneración Nacional -Morena). Los mismos pero subdivididos.

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Bajo este contexto histórico llega Claudia Sheinbaum a tomar un bastón de mando que le ha sido entregado por su indiscutible tutor, AMLO.  Es un bastón que simboliza no la representación en la jefatura política de Morena, o de la Cuarta Transformación, es la Presidencia de la República al menos por los siguientes seis años; hasta el 2030 mínimo, o más, porque si han sido posible tres décadas en la Ciudad de México, también lo pueden ser en el país.

Los mexicanos conocen poco a la hoy abanderada morena por la Presidencia; pasó de los claustros académicos de la UNAM a alcaldesa y de ahí a jefa de gobierno de CdMx; sí conocen, en cambio, a López Obrador, su historia en el PRI, su paso por el PRD que le brindó la plataforma para la concepción de la 4T, y sobre todo, conocen su forma de gobernar tanto como jefe de la Ciudad de México como presidente de la Nación.

AMLO sigue intrínsecamente convencido que su retórica clasista paralela a la ejecución de acciones gubernamentales de toda índole le mantienen sellado al pueblo, “a los pobres”; que ello le ha dispensado la opinión favorable de la gran mayoría ciudadana y que todo resumido lo tiene posicionado en las encuestas con sistemáticas calificaciones positivas a lo largo de su sexenio.

Hasta ahora hemos visto que, aunque Claudia efectivamente es vista como una obra hecha y derecha de López Obrador y que el Presidente impulsó su postulación con todo el aparato federal, ha tenido ella bastante cuidado al menos en esta etapa temprana de la precampaña presidencial de no compartir su discurso de clases, ni siquiera los ataques a Xóchitl Gálvez y no ha definido con claridad su postura sobre aquellos temas que mayormente han golpeado la imagen presidencial.

El tabasqueño mantiene fervientemente colocada toda su apuesta en las becas del Bienestar y en los programas de pensiones para los adultos mayores. Siguen confiados sus operadores que de ahí deben salir cerca de 30 millones de votos sin temor a equívoco.

Sheinbaum no está en posición de creer a pie juntillas en tamaña bondad porque si bien jóvenes y adultos pueden ser agradecidos con AMLO y concederle en razón de esos ingresos una calificación positiva, no significa que se vayan a traducir en votos totales para ella. Debe recordar la lección de la elección 2021 por las alcaldías de la Ciudad de México.

Una vez desmenuzado ese tema de los programas y su real alcance electoral, necesariamente tendrá qué voltear hacia los católicos, hacia los protestantes, hacia los conservadores, hacia los incansables aspiracionistas de la clase media, hacia las poderosas cúpulas empresariales, hacia los indispensables medios de comunicación en general, hacia la clase académica e intelectual crítica, sujetos en cada mañanera de machacantes ataques como si todos ellos estuvieran en otra galaxia y no en México, como si radicaran en otro país…como si las arcas federales rechazaran sus impuestos; como si fuera ilegítimo su derecho a disentir en las urnas.

Todos ellos significan no pocos votos porque son también actores esenciales en la economía nacional e igual son sujetos u objeto de las fallidas políticas de seguridad pública, otro tema polémico manejado con las extremidades inferiores por el panista Calderón, que siguió prácticamente igual con Peña y no ha disminuido un centímetro ni al final del presente sexenio. Para los cárteles delictivos ha sido la actual su mejor etapa.

Quizá pueda la abanderada de Morena resistirse a ser distinta a quien le ha permitido avanzar en el inclemente camino hacia el poder pero mimetizarse sería incluso contrario a la libertad de pensamiento profesada, por un lado; por el otro, no hay necesidad de una división ideológica del país si genuinamente pretende ella gobernar para todos los mexicanos y no únicamente para los fans de la Cuarta Transformación.

El desarrollo de la campaña y el comportamiento de la candidata y de su equipo nos irán avisando qué tipo de régimen eventualmente tendría México a partir del 2024: abierto, o de plano cerrado y falto de apertura a la crítica, como el que está concluyendo.

Antes de la votación, semanas antes que “hablen” las urnas, quedará dispuesto en la mesa tanto ese platillo ya bien terminado por Sheinbaum; y el otro con factibilidad de entrar al relevo, el de “la señora X”.

Empieza a correr el reloj para conocer quién es quién.

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