
Por Luis Froylán Castañeda
…..En materia de salud ya estamos como en Dinamarca, ¿por qué? La razón es obvia, porque lo dijo el presidente López Obrador y él nunca miente. En dos décadas la economía nacional estará entre las diez más fuertes del mundo, ¿por qué? Porque lo acaba de prometer el presidente López obrador y él cumple todas las promesas. ¿Y en seguridad? Vamos muy bien, combatimos las causas y los criminales son cada vez más buenos porque de portarse mal, nuestro presidente López Obrador los acusa con su mamá.
En la infame, cínica y mentecata narrativa oficial llegamos a niveles del castro-chavismo en menos de cinco años. ¿Cuánto le gusta a usted para que lleguemos en los hechos al nivel de las dictaduras generadoras de miseria que esclavizan a sus pueblos? Pues si consigue imponer de su juanita, Claudia Sheinbaum, que lo imita hasta en ademanes e impostando la voz, o al remedo de político, Adán Augusto López, cuya mejor oferta es ponderar el apellido, sospecho que llegaríamos a tales niveles de miseria y autoritarismo en menos de cinco años. En Venezuela, Chávez fue gradualista, acá vamos aceleradamente.
La destrucción del país avanza a pasos agigantados mientras la narrativa oficial es triunfalista y no es que López Obrador y la pandilla que lo acompaña en el proceso destructor habiten otra realidad, es que quieren convencer a un número suficiente de mexicanos de que pobreza, ignorancia, incultura son buenas y educación, desarrollo de conocimiento, legítimas aspiraciones son malos, cosa de conservadores, fifís, traidores a la patria.
El hombre no está ido mentalmente, sabe muy bien lo que hace y el resultado que espera obtener, un país de miserables que terminen agradeciendo la cartilla de alimentos, me aman porque les doy de comer.
Así que nadie se diga engañado, si la marcha de la locura queda establecida con un triunfo electoral del populismo autoritario, en las próximas navidades la promesa del gobierno será garantizar “perdiles” para todos los mexicanos, con la seguridad de que llegarán porque lo prometió el líder moral del movimiento.
Maduro hizo la misma promesa durante años y, obviamente, los perdiles siempre estuvieron en la mesa de los venezolanos durante la Noche Buena.
Porque otra desgracia del país, es que, ciertamente, están dadas las condiciones internacionales para crecer económicamente a ritmo acelerado y sacar de la pobreza a millones. Si en algo existe coincidencia plena entre economistas, es en las ventajas que las crisis internacionales y los crecientes diferendos entre las superpotencias, Estados Unidos y China, ofrecen hoy a México. Sin buscarlas, nos colocaron en el centro de las oportunidades, el nuevo momento mexicano hasta hoy desaprovechado.
Sin embargo, esas ventajas competitivas sólo generan inversiones inerciales, llegan a pesar del gobierno, pues las políticas públicas ordenadas por López Obrador caminan en sentido contrario al momento internacional. Tenemos retroceso brutal en materia energética, ausencia de gobierno en amplias regiones del país por la violencia que alcanzó niveles de terrorismo, falta de seguridad legal para inversionistas, expropiaciones arbitrarias, intentos por socavar la democracia, corrupción, devastación institucional y una narrativa oficial que las espanta. El régimen amanojó un sórdido catálogo de ocurrencias atado a ideologías del pasado que desincentiva la inversión privada, nacional y extranjera.
Existen condiciones, desde luego, para mejorar el sistema de salud llevándolo a niveles aceptables, ya no se diga de excelencia, y generar crecimiento a ritmo del cuatro o cinco por ciento anual. Pero con ocurrencias voluntaristas ideologizadas y la tolerancia cómplice con los grupos criminales, seguiremos desaprovechándolas. Y, ya sabemos, las oportunidades perdidas no regresan.
¿En dos décadas estaremos entre las diez economías más fuertes del mundo? Al ritmo actual millones de mexicanos estarán lamentando la gran oportunidad perdida mientras hacen fila para recibir arroz, frijol agorgojado, leche en polvo rancia y jabón cuando hay, al tiempo que medio territorio nacional es tapizado de monumentos al líder amadísimo, los militares siguen engordando con sus millones en cuentas radicadas fuera del país y una casta política de bribones medra de los despojos.
Al presidente López Obrador nada le importa, mantendrá su narrativa mentirosa e infame. Su propósito es la devastación nacional, porque sólo en la ignorancia y la miseria económica prosperan los regímenes autoritarios y populistas como el que pretende imponernos haciéndose pasar por el “cuarto transformador de la patria», el gran constructor de la nueva y gloriosa era mexicana. ¿Exageraciones?, puede ser, pero yo no me confío, y que tal si sí. Esa apuesta no la juego, un voto por los candidatos del autoritarismo populista es, por definición, un voto contra las libertades, contra la educación y contra el desarrollo.
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