
De política y cosas peores
Por Armando Fuentes A.
Ciudad de México.- «A balazos conquistamos el poder, y sólo a balazos nos lo podrán quitar». En esos o parecidos términos se expresó Fidel Velázquez, sempiterno líder de los aherrojados trabajadores mexicanos en los tiempos de la dominación priísta.
Se equivocó el dirigente de la CTM. No todos los ciudadanos estaban sujetos al yugo oficialista, y con sus votos, refrendados por la actitud enérgica y patriótica del presidente Ernesto Zedillo, pusieron fin en el 2000 a la larga permanencia del PRI en la Presidencia de la República.
Una hegemonía de la misma duración quiere ahora López Obrador para Morena, esa reencarnación del viejo partido tricolor. Ya se daba por segura la victoria morenista en el 24 con la corcholata sobre la cual el dedito del caudillo se posara, pero la súbita irrupción de Xóchitl Gálvez en el panorama electoral, precandidata destapada inadvertidamente por el propio AMLO, pone ahora un signo de interrogación en aquella certidumbre.
A lo mejor el Goliat López Obrador, cada día menos Goliat y menos Obrador, se equivoca igual que se equivocó en su tiempo el Goliat Velázquez.
El cambio siempre llega. (Excepto en la máquina expendedora de refrescos).
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