El Estado contra Xóchitl….

Por Fernando Belaunzarán

…..El Presidente rebasó la línea roja. Ya no es sólo la recurrente violación de la neutralidad constitucional al expresar opiniones facciosas en el ejercicio de sus funciones, ni el uso de recursos públicos para difundirlas. Del acoso mediático con descalificaciones y calumnias pasó a la manipulación de instituciones y uso de información confidencial, llevando su inquina contra una potencial candidata opositora hasta la franca persecución política.

Aunque López Obrador asegure que los datos que difundió sobre las empresas creadas por Xóchitl Gálvez no se los dio el SAT o la UIF, lo mismo da.

No es necesario responder al cinismo de quien reta que le comprueben que él rompió el vidrio teniendo piedras en los bolsillos, basta saber que el mandatario tiene la obligación legal de resguardar los datos que decidió hacer públicos.

La autoridad sólo puede hacer lo que la ley le faculta y, en este caso, incluso lo tiene explícitamente prohibido, pero lo hizo porque se sabe impune.

El delictuoso abuso de poder no se vuelve menos grave porque el tiro haya salido por la culata. No se desprende nada incorrecto o ilegal por parte de las empresas aludidas en la información proporcionada por la cuenta oficial y verificada del titular del Ejecutivo.

Al contrario, en nueve años sólo facturaron 76 millones de pesos con el sector público, el 5% del total, de los cuales 13.6 millones son con la actual administración.

Todo por licitación y ajeno a su ámbito de competencia. Lo único que demostró el Presidente es que son exitosas, que no dependen de ningún gobierno y que son tan profesionales que hasta el suyo las contrata.

Pero violar el secreto fiscal en sí es muy grave y afectó a particulares ajenos a la lucha política. Es una intimidación directa a los clientes de ambas empresas para que ya no las contraten y una advertencia para todo el sector privado.

El mensaje para los negocios es claro: son vigilados con criterios ideológicos y vincularse a intereses no afines al gobierno podría traerles consecuencias, así tengan todo en orden.

Otra consecuencia de la prepotente intervención electoral del Presidente es que afectó el proceso opositor.

Al buscar fundir a Xóchitl aumentó su relevancia y centralidad en la discusión pública y, como los ataques han sido contraproducentes, lo único que ha logrado es encumbrarla.

Frente al fracaso del golpe, aumenta la intensidad del siguiente y, como también resulta fallido, vuelve a intentarlo con más desesperación y menos escrúpulos hasta exhibir una operación de Estado para anularla como posible candidata… que de nuevo falla.

Por eso no falta quien, con picaresca sorna, asegure que López Obrador es, en los hechos, su coordinador de campaña.

Pero eso está dañando la equidad de la contienda democrática en el Frente Amplio por México y es muy injusto para personas capaces, probas y con trayectoria que tienen el derecho a competir y que de pronto se ven en desventaja, no por las acciones de la contendiente que ha resultado favorecida sin quererlo y sólo por defenderse, sino por la ilegal y tramposa intromisión presidencial.

El primer mandatario no debe intervenir en la organización y las decisiones de la oposición, eso es un desplante autoritario inadmisible, lo cual confirma el peligro que hoy corre nuestra democracia que, aunque imperfecta, costó mucho conquistar.

Es sintomático que el Presidente haya confirmado tener conocimiento de las medidas cautelares del INE y de la resolución del TEPJF para luego jactarse de darles la vuelta, alegando que todavía no había sido notificado, confirmando con ello el dolo de su actuar.

Como alertó en un tuit Enrique Krauze, el desacato de esos acuerdos presagia el desconocimiento de los resultados electorales si le son desfavorables.

La pregunta es qué sigue tras recurrir a información fiscal reservada sin lograr el objetivo. No sería extraño que la fiscalía carnal y los servicios de inteligencia estén trabajando en encontrar o fabricar cualquier cosa que sirva para la obsesión presidencial de anular a Xóchitl.

La ofensiva contra ella parece tema personal, de honor herido; pero es aún peor: el mensaje es que están dispuestos a cualquier cosa para mantener el poder.

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