Hacia el 2024, los límites del tlatoani

La columna de Luis Froylán Castañeda

…. *Su aura de invencible es un mito

…. *Adán el cínico, de campaña en Juárez

…. *Bonilla fajado por el relleno sanitario

…. *¿Cuál empresario apuesta por el fracaso?

…. *Luis Corral recibe a gente de M. Ebrard

Sin pretender que sea una segunda parte, empiezo la entrega de hoy donde dejé la de ayer. Decía que con el INE actual, así como está de subordinado al régimen, la oposición puede ganar elecciones, de la misma manera que ganó el PAN en dos mil, el PRI en dos mil doce y Morena en dos mil dieciocho. Y que a la coalición oficialista le resultará muy difícil, si no imposible, conseguir la mayoría calificada en el Congreso. Si es pasión que se les borre, concluí.

Desde luego no cambié de parecer entre ayer y hoy, sigo pensándolo igual pero ahora destaco la enorme diferencia entre los gobiernos absolutos y autoritarios del viejo PRI y el autoritarismo populista de López Obrador. Aquellos tenían la certeza de concentrar todo el poder, en todo el territorio nacional, durante todo el sexenio, sabiéndose acotados por los tiempos constitucionales; muerto el rey viva el rey. En cambio este presidente hace uso discrecional del poder buscando trascender más allá de su sexenio, a fin de colocarse en la historia junto a Hidalgo, Juárez, Madero y Cárdenas; quiere seguir reinando fuera del periodo para el que lo elegimos.

En ese propósito demencial, consolidar el maximato y colocarse en la historia por un acto meramente voluntarista, está dispuesto a todo. Nada es más importante para él que dejar en herencia el gobierno a uno(a) de sus leales y con esos afanes jamás aceptará una derrota en las urnas, como tiene suficientemente acreditado en las elecciones perdidas donde participó. Entonces reclamó fraude sin aportar una sola prueba, con mayor razón haría lo mismo viéndose a un paso de satisfacer su ensanchada soberbia de colocar su nombre en la historia. Para él, la presidencia no es fin sino un medio, en consecuencia no considera el trabajo realizado y lo dice reiteradamente: “debemos terminar la transformación”.

Aquí pongo el acento, en forma de pregunta: ¿Cómo pueden lidiar los mexicanos libres con un presidente autoritario que por definición ideológica y aspiraciones patológicas está mentalmente impedido para reconocer una votación adversa? Alguien podría concluir que estoy desenfocado, pues López Obrador no estará en las boletas, el ganó solventemente en dos mil dieciocho. Cierto, pero la elección del 24 no se trata de Claudia, Adán, Monreal o Marcelo, se trata de Andrés Manuel López Obrador y su terquedad de trascendencia. Él será candidato, coordinador de campaña, estratega, vocero y matraquero de Morena. Apalancado en que no le vayan con que la ley es la ley, hará la campaña desde la mañanera y viajando a los estados.

Es su elección, su momento culminante, su cita con el destino de la historia, no la elección de sus corcholatas. Por eso estoy en desacuerdo con Jorge Castañeda cuando propone que la próxima elección será “un referéndum entre democracia y autocracia”. Sería excelente una contienda así, la victoria del México libre estaría garantizada con que la gente opuesta al rumbo que lleva el país salga a votar. Sin embargo el proceso electoral será la primera batalla, la de México polarizado entre los adheridos, conscientes o no, al populismo autoritario y los que buscan consolidar la precaria democracia. Si gana Morena gana López Obrador y ahí termina el episodio, como cualquier otra elección democrática, pero si pierde nos arrastrará a una segunda y determinante lucha; defender el triunfo frente a sus irracionales impulsos destructivos.

¿Hasta dónde estaría dispuesto a llegar con el mantra del fraude, en la eventualidad de que su corcholata, cualquiera que sea, termine derrotada? Su contumacia, obcecación, definición profundamente autoritaria y anhelo desordenado por trascender a la historia nos grita todas las mañanas que, con tal de reventar una elección adversa, estaría dispuesto a todo, y cuando hablo de todo incluyo a las fuerzas armadas, regulares e irregulares, así destruya el país en su berrinche. Nada le importaría, prefiere el diluvio antes que verse derrotado. Su mente nutrida de rencores y soberbia no admite una derrota.

Es lo que quisiese hacer, pero una cosa es querer y otra poder. También ha querido desmontar al INE, someter a la Corte, concluir la devastación institucional, militarizar legalmente a la Guardia Nacional, silenciar a los medios críticos, retirar a la IP del negocio energético, sacudirse el tema de la migración. Ha querido muchas cosas y, frenado por las instituciones independientes y una clase media vigorizada, no ha podido. Tampoco podría reventar una elección contraria a su interés, menos cuando su poder merma y el descrédito crece. Reparemos en los hechos, no en su narrativa distractora, y nos daremos cuenta de que estamos más cerca de frenar el populismo de lo que piensa la oposición. Son más, muchos más los mexicanos libres que los lacayos del aspirante a dictador.

Rompeolas

El edil Marco Bonilla no ha soltado el tema del Relleno Sanitario, su mayor proyecto en estos primeros tres años, va caminando bien. Es una necesidad urgente y sentida de los chihuahuenses, pues el actual aparte de estar saturado quedó muy próximo a la ciudad y representa un polo severo de contaminación, especialmente para quienes habitan en la zona de “el león”. Sin embargo nunca falta quien pretenda torpedear esos proyectos, motivados por asuntos personales, hablan de un acaudalado empresario que por lo bajo mueve a otros dueños de la tierra en el sector del nuevo Relleno, con el fin de tirarlo, pues a este señor con ínfulas de absoluto le pareció inadmisible su ubicación porque “afea” sus lindas nogaleras. ¿A poco se trata del mismo que tiene secuestrado al Centro de la Ciudad y que no quiere soltarlo sin antes recibir una millonada? No tengo la respuesta, pero sé que los promotores del fracaso apuestan más a sus mezquinos y personalísimos intereses que al bienestar de la comunidad, el Relleno es en beneficio colectivo, sirve a todos los chihuahuenses. Deberían exhibirlo al promotor del fracaso, con frecuencia personajes así quieren sacar todo de la Ciudad pero no meterle nada, al contrario, obstaculizan su desarrollo.

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Va para dos meses desde que murieron los cuarenta quemados en las mazmorras de migración y desde entonces Adán Augusto López, uno de los responsables, no se había parado en Ciudad Juárez. Regresará este fin de semana para presidir un acto de proselitismo al que llama, simulando, “Diálogos por la gobernabilidad”. Desde luego, el paseíllo está organizado y supervisado personalmente por su diputada favorita, Andrea Chávez, a quien el secretario y corcholata suplente ha cortejado, políticamente, desde que la conoció en la Cámara de Diputados. Y como siempre el oportunista, Cruz Pérez Cuéllar prometió saturar el evento con los empleados del municipio, ofreciendo un día de salario extra a los asistentes y represalias a los faltistas, aseguran fuentes internas. Cínico el maduro Romeo, como apodan en Juárez al secretario, le importaron tres cacahuates los 40 muertos, pero la campaña debe continuar, verdad Andrea.

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Manuel Navarro, prometedor político que trabaja en la campaña de Marcelo Ebrard, se reunió ayer con Luis Corral y Nacho Manjarrez. El encuentro es interesante porque tanto Corral como Manjarrez son dos empresarios comprometidos contra el autoritarismo populista. ¿Qué hacía Manuel Navarro con ellos, si está en la campaña de Marcelo? El joven es parte de la estructura ciudadana de Marcelo, no pertenece a Morena, lo que sugiere que el canciller tiende puentes con sinceros opositores al régimen, en previsión de lo que pueda suceder en las internas de Morena. Políticos frescos como Navarro muy pronto darán de que hablar.

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