Las encuestas….

Sixto Duarte

……Joseph Goebbels fue el ministro de Propaganda de la Alemania Nazi bajo el mando de Adolf Hitler. Si bien Goebbels no era un militar, su participación en el surgimiento y consolidación del nazismo y de su política de exterminio lo hacen igualmente culpable que los ejecutores directos de las políticas eugenésicas de Hitler.

El trabajo de Goebbels era estar bombardeando constantemente a los alemanes a través de radio, televisión y cine, de los mensajes que el propio gobierno quería enviar. El mismo Goebbels sostenía que, si el Estado alemán era el ‘dueño’ del espectro radioeléctrico, no tenía por qué compartirlo con sus ‘enemigos’.

Innumerables programas de televisión, películas, e incluso algunas pinturas y otras expresiones artísticas fueron canalizadas por parte de Goebbels para introducir el mensaje de la superioridad aria, y de la importancia del exterminio de otras personas, específicamente de los integrantes del pueblo judío.

Se le atribuye a Goebbels la frase de “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Por ello, eran cada vez más burdas las mentiras que el gobierno nazi lanzaba sin que fueran controvertidas; primero, por temor a represalias, y segundo, porque quienes controlaban los medios de información eran precisamente los nazis.

Goebbels, un tipo reprobable desde cualquier óptica, se convirtió así es un guía para muchos dictadores o aspirantes a dictadores a través del manejo de la narrativa. Bien decía Orwell en su obra 1984 “el que controla el presente controla el pasado; y quien controla el pasado controla el futuro”.

La propaganda tiene un campo fértil en sociedades que están poco informadas, o que son indolentes a la cosa pública. Desafortunadamente, nada importan los datos duros o las cifras, pues como un personaje de nuestra vida pública dice “yo tengo otros datos”. Es decir, 2 + 2 será 4 en cualquier escenario y en cualquier idioma, pero hay quienes todavía tienen duda.

La 4T ha establecido un agresivo programa de propagandistas a sueldo, pseudoperiodistas, pseudoanalistas, pseudomoneros, influencers, y otros actores de la misma calaña se encargan de estarle limpiando la cara al gobierno que ha demostrado ser el más incapaz que hemos tenido desde la época revolucionaria.

Resulta inconcebible que un gobierno que, teniendo como función primigenia la seguridad, esté bien evaluado cuando las cifras dicen que es el sexenio más violento en la historia de México. Justamente, el PAN perdió el poder en 2012 por la inseguridad que se vivía en ese momento en el país. Hoy, doce años después, el país se encuentra peor que en 2012, pero parece que nadie culpa al gobierno actual del desastre. Los que con Calderón se rasgaban las vestiduras, y que hicieron lo mismo con Peña, hoy son indulgentes con el gobierno kakistocrático de López Obrador.

En gran medida, ‘periodistas’ como Genaro Lozano justifican al gobierno de la 4T, no se sabe si por un interés económico o simplemente por ignorancia. Igualmente, hay analistas como Viridiana Ríos que justifican la ineptitud oficial cada vez que tienen oportunidad. De influencers necesitaríamos una página para mencionar todo el aparato que seguramente Jesús Cuevas tiene en la nómina para defender a este gobierno.

Es justamente por este dique de contención oficial que gran parte de la ciudadanía todavía tiene dudas si este es un gobierno capaz o incapaz, cuando, insisto, las cifras revelan la incapacidad oficial en prácticamente todas las áreas de gobierno.

En este punto debemos recordar la frase acuñada por Martin Luther King quien decía “no me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética; me preocupa el silencio de los buenos”.

López Obrador ha sabido manipular bien la opinión pública. Si a esto se le agrega el aderezo de los programas clientelares de gobierno, podemos llegar a la conclusión que López Obrador se mantiene popular a partir de medidas populistas. La ciudadanía debió darle la espalda cuando dijo que la pandemia “le había caído como anillo al dedo”. Un evento biológico que causó la muerte de medio millón de mexicanos es una desgracia, no una oportunidad de hacer política, justamente como López Obrador lo hizo.

Ya encarrerados en esos temas, López Obrador ha usado ese sector poblacional para empujar una agenda que no beneficia al país, pero sí beneficia a su partido: el desmantelamiento institucional de México. Si López Obrador se ha atrevido a tanto es justamente por ese cimiento que construyó.

Ese aparato construido sirve igual para defender su obra de gobierno, que para echarle el aparato a sus rivales políticos en la arena electoral. La mañanera es el paredón de fusilamiento de aquellos que se atreven a disentir.

Por meses López Obrador ha usado ese espacio oficial para denostar a rivales políticos. Desde ahí, como lo hacía Rafael Nuñez Moledo, expresidente de Colombia quien enviaba directivas oficiales desde su columna semanal en un periódico, López Obrador les dice a los funcionarios qué hacer e instruye a quién se debe de golpear.

El año pasado, durante varios meses el oficialismo anunció que Delfina Gómez ganaría la elección del Estado de México con un margen de más de 25 puntos. Incluso varias casas encuestadoras se dedicaron a circular sus números que se ajustaban a la narrativa oficial. Si bien al final Delfina Gómez terminó ganando la elección, fue por ocho puntos porcentuales, es decir, un margen mucho menos reducido que el que habían anunciado.

En el presente caso, varias encuestadoras han sacado sus números donde anuncian que Claudia Sheinbaum encabeza las encuestas y que saca una ventaja de más de treinta puntos a la candidata de la oposición Xóchitl Gálvez. Esto es otra muestra del uso del aparato oficial.

López Obrador, quien fue un fenómeno electoral, obtuvo treinta puntos de ventaja respecto a Ricardo Anaya (candidato del PAN), y cerca de treinta y seis respecto a José Antonio Meade (candidato del PRI). Es decir, es una elección donde López Obrador no tenía costo político, sacó treinta puntos a dos candidatos que fueron separados en esa elección. Sheinbaum, con el costo político de haber sido Jefa de Gobierno, de tener un Secretario de Seguridad Pública escondido por problemas con la mafia, y de habérsele caído la línea 12 del Metro de la Ciudad de México no puede tener una ventaja como lo anuncian algunas casas encuestadoras. Huele a un plan para manejar la narrativa, mismo al que se han prestado algunas casas encuestadoras.

Sin duda Sheinbaum encabeza las encuestas, pero no con ese margen. El margen real debe rondar los 10 puntos porcentuales actualmente, mismos que a cinco meses de la elección son remontables. Es decir, el país se encuentra polarizado entre el obradorismo y el antiobradorismo. El obradorismo no es mayor que el antiobradorismo en la medida que la narrativa oficial pretende mostrar. Al elector promedio le gusta votar por el candidato que parece que va a ganar. Siente que atinó a ganar la lotería cuando vota de esa forma. Por eso el oficialismo insiste en mostrar que esta elección está decidida cinco meses antes de que tenga lugar.

Hay que decir que la campaña todavía no empieza. Es el 1 de marzo cuando la campaña oficial arranca, y ahí se verá efectivamente la diferencia entre ambas candidatas.

Es tal el temor del oficialismo de perder la elección en 2024 que incluso han empujado a su satélite, el Movimiento Ciudadano, a golpear constantemente al Frente Amplio por México. Incluso el MC ya no disimula su sintonía con el oficialismo, pues solo señalan al Frente Amplio por México (quienes no gobiernan) y son omisos en señalar las fallas del gobierno actual.

En pocas palabras, estoy diciendo que las encuestas no son medios fiables para concluir que todo está resuelto a cinco meses de la elección. El elector no debe dejarse guiar por narrativas perversas en una decisión tan importante como lo es el voto.

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