Maru en la cumbre de su poder

La Visión de Luis Froylán Castañeda….


Frente a las decisiones de su vida

…..La historia de los gobernadores y la sucesión suele tener desenlaces inesperados, usualmente contrarios al interés del mandatario en turno. Esa tradición, replicada durante décadas en la entidad, parece maldición gitana que desteje las puntadas cuidadosamente enhebradas durante años, acomodándolas al antojo de duendes impertinentes colados en la sucesión, sin ser invitados. Pero hay que tejer, anudar los hilos, ejercer y heredar es la naturaleza del poder.

Oscar Flores alentó la candidatura de Arnaldo Gutiérrez, a quien una nutrida comisión esperaba en el aeropuerto para recibirlo de candidato, pero fue Manuel Bernardo Aguirre, quien bajó del avión. Después, poderoso procurador, hizo un segundo esfuerzo e intentó colocar en gobierno a Fernando Baeza, con el respaldo del secretario de gobernación, el presidente nacional del PRI, el secretario de la defensa y otros tiburones de iguales alcances. Nada, en “Mis Memorias” López Portillo confesó que Manuel Bernardo Aguirre manipuló su decisión y lo hizo destapar a Oscar Ornelas. De don Oscar ya sabemos, la irrupción del PAN lo forzó a una renuncia deshonrosa y don Saúl González cumplió con el requisito del interinato, abriendo paso a Fernando Baeza quien para entonces había construido una solida relación con Miguel de la Madrid.

Fernando Baeza estaba convencido de que los buenos gobiernos traen votos, premisa que dejó en duda pues el suyo fue buen gobierno y sin embargo Jesús Macías perdió. En estricto sentido Baeza quedó como primer gobernador en imponer candidato ¿Lo dejó Salinas, sabiendo que entregaría Chihuahua? Nunca sabremos. Francisco Barrio tenía en Lalo Romero un excelente prospecto y en vez de conducir la sucesión jugó al demócrata. Permitió que otros en su gabinete, Enrique Terrazas, Elías Assad Ayub, contaminaran la secesión e hicieran ganar a Ramón Galindo. Todavía recuerdan aquella legendaria interna donde lloró Hortensia Olivas, por la traición de Terrazas y el Dhiac. Patricio Martínez sufrió la pérdida de su primera opción, Jorge Barousse, y la segunda, Víctor Anchondo, se hizo bolas con el interinato de su convalecencia. La muerte de Borousse y la impericia de Anchondo abrieron camino a Reyes Baeza, quien llegó con el poderoso impulso de Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo, a despecho de Patricio.

Reyes Baeza tenía una quinteta de prospectos: César Duarte, Teto Murguía, Fernando Rodríguez, Oscar Villalobos y Alejandro Cano. Sin presidente que lo acotara pudo imponer a cualquiera, pero influenciado por Beatriz Paredes y Emilio Gamboa optó por Duarte, quien le prometió lealtad eterna y lo traicionó apenas protestó el cargo. Duarte decía que las campañas se ganan antes de iniciar, premisa con la cual compró adversarios de otros partidos, entre ellos Cruz Pérez Cuéllar y Jaime Beltrán del Río. Pensaba que poniendo candidatos comparsas garantizaba la elección de su pésimo candidato, de quien Proal decía tiene la misma cara durante la concepción que en el parto. De la forma más dura aprendió la lección de que las campañas se ganan en las urnas, no en la politiquería. Javier Corral pensó que no tendría dificultades para imponer a Gustavo Madero. Con ese convencimiento dejó crecer a la popular alcaldesa de Chihuahua, Maru Campos, y cuando se percató del error era tarde, ni con la feroz persecución que ordenó contra ella pudo frenarla.

Baeza y Duarte pusieron candidato pero perdieron la elección; Manuel Bernardo Aguirre manipuló a López Portillo pero no dejó a uno de los suyos, se conformó con vetar. Ningún gobernador ha conseguido heredar el cargo a gusto de su preferencia, dejando en el intento girones de piel en los desencuentros con adversarios internos y externos o quedando francamente despedazados entre si, Duarte y Corral. Sin embargo casi todos han restituido la relación: Oscar Flores y Manuel Bernardo Aguirre terminaron de amigos, cuentan que en sus últimos años comían una vez al mes. Don Oscar Ornelas y Don Saúl González jamás hablaron mal uno de otro. Baeza y Barrio, pese a la brutal confrontación electoral, construyeron una positiva relación posterior que conservan hasta hoy. Patricio y Reyes rompieron feo, pero con la intervención de Baeza han ido mejorando el trato. Lo que no tiene remedio es el choque feroz entre Duarte y Corral, lo llevaron a nivel personal. Su pleito quedará en la historia como muestra de ineptitudes políticas y personalidades trastornadas.

¿A qué la extendida introducción histórica, si faltan más de tres años y medio para elegir otra vez gobernador y lo que tenemos en frente es la sucesión presidencial? Una candidatura de gobernador no se construye de la noche a la mañana, es menester trabajarla durante años. En este momento Maru Campos sólo tiene dos aspirantes sólidos, Marco Bonilla en su condición de amplio favorito y César Jáuregui como el más adelantado del gabinete.

No obstante las decisiones que está por tomar ofrecen la oportunidad de ampliar su catálogo de aspirantes. Supongo que Mario Vázquez será otro de los nombres, si va de senador y gana. La senaduría no es el único cargo con proyección, también está el distrito sexto federal, el más generoso del país para el PAN, y sobre todo el número uno de las pluris, donde Chihuahua lleva mano por ser el único gobierno panista de la circunscripción. Edil capitalino, adelantado del gabinete, senador y Diputado federal podrían hacer un cuarteto respetable, sólo hay que trabajarlo.

Maru Campos esta en la cumbre de su poder, su momento de mayor fortaleza política. Es el tramo del gobierno donde puede elegir sin contrapesos dos senadores, siete u ocho diputados federales, entre ellos tres pluris, doce o trece diputados locales, firmar las reelecciones de Bonilla, Valenciano, Pérez y una decena más de presidentes municipales. Alucina un poder de decisión así, difícilmente vuelva a tenerlo en su vida, todo es pasajero. Después de la elección y sobre todo cuando cambian las nuevas autoridades, entrará en la segunda parte de su mandato y el poder empezará progresivamente a mermar, sin que pueda evitarlo. Son los ritmos sexenales de la política mexicana, a los que todo gobernante queda sometido.

Teniendo en mente su realidad política y la convicción de su poder incuestionado, le vendría bien resolver las próximas candidaturas pensando en ampliar la baraja sucesoria, empezando (¿esperaban esta conclusión?) por conservar el control del Congreso local, sin cuya mayoría no sólo complica la sucesión, también el segundo periodo de su gobierno. Éxito.

De como Barrio perdió la sucesión al perder el Congreso y el espejismo de los carros completos hablaré después, van primero las elecciones federales.

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