Pagó con su vida el precio de la lealtad

La columna de Luis Froylán Castañeda

…. *¿En la consciencia de quien, está Tarín?

…. *¿Víctima mortal de tortura psicológica?

…. *Las disparatadas teorías complotistas

    ….. El suicidio de Tarín me recordó mucho al exrector Franco, muerto por una depresión aguda que no pudo superar, pese a que buscó la mejor asistencia profesional, psicólogos y psiquiatras bien calificados. Si le preguntan a la familia próxima, esposa e hijos, si valió la pena el paso del ingeniero por rectoría, con toda certeza su respuesta sería absolutamente no. Una pena como terminó, siendo un contratista exitoso.

Recupero aquella tragedia prolongada y dolorosa -el chapo no se quitó la vida, se dejó llevar hasta la muerte en un proceso de años- para el caso de César Duarte y hago la misma pregunta ¿Valió la pena? No tengo la menor idea de qué respondería el exgobernador detenido, igual piensa que lo bailado nadie se lo quita o que pronto saldrá con su nombre limpiecito a recuperar la carrera política. ¿Por qué no? En el colmo de la insensatez política algunos de sus amigos aseguran que saliendo de prisión resurgirá de las cenizas. Cada quien.

Pero si vamos con la misma pregunta hacia las familias de Antonio Tarín, Carlos Hermosillo, Lázaro López e incluso algunos que siguen vivos pero destrozados por dentro, quizás la respuesta sea otro absolutamente No. Solamente ellos saben, pero está de pensarse, nada más Duarte lleva seis meses en prisión por cada año de gobierno.

¿Cómo pasaron del poder ejercido sin límites y en excesos ofensivos para muchos chihuahuenses, a la prisión y después a cuadros depresivos tan infames que los arrastran hasta el suicidio? ¿Quién lleva en la conciencia la muerte de Tarín? ¿Y la de Lázaro? ¿Y la muerte de Carlos Hermosillo? ¿Y el dolor de las familias? ¿Qué poder tiene la política que arrastra fatalmente hasta el suicidio a las mentes más débiles? Son preguntas que impactan cuando los muertos están frescos.

Lo dije cuando Duarte todavía gobernaba y lo he repetido con insistencia mil veces durante los últimos años; el hombre hizo y permitió que hicieran un saqueo brutal de las arcas estatales. Sin embargo es un tema al que no volveré, porque él y varios de los suyos han ido y siguen pagando por sus delitos. ¿Cuándo está la deuda social suficientemente saldada? La justicia tiene métricas, supongo que la sociedad también. Que cada quien opine.

El suicidio de Tarín nos sirve para reflexionar también sobre la conducta vil de otro gobernador, Javier Corral Jurado.  Empieza uno a pensar que las demandas por tortura psicológica contra la administración de Corral quizás no sean intentos desesperados por limpiar nombres, como algunos sugirieron. Algo debe haber en el fondo para que las presuntas víctimas de tortura lleguen al suicidio.

Porque si alguna certeza existe, los hechos desbordan la realidad, es que Corral no buscaba justicia, quería venganza personal y la quería como fuese y a cualquier precio. En esos delirios demenciales y viendo que no podía llegar hasta el esquivo Duarte, autorizó detenciones arbitrarias y exigió de la Fiscalía confesiones incriminatorias contra el odiado, sin ocuparse de qué forma las extraían. Ese Karma oscuro seguirá a Corral hasta su muerte.

Un detenido hace lo que sea necesario por recuperar su libertad y sólo quienes han estado ahí saben lo que se siente. Para salir, unos firmaron lo que quiso la Fiscalía, otros ofrecieron información maciza que impulsaba las investigaciones hacia un escalón superior y otros, muy pocos, se tragaron el sapo sin hacer gestos. Entre ellos estuvo Tarín, por eso duró tanto en salir y por eso portaba brazalete al momento de lanzarse por la retenida del puente sobre Juventud.

Hoy sabemos que Tarín no era cínico ni tampoco cobarde, pudo firmar su salida empinando a César Duarte sin embargo aguantó en silencio hasta el final, lealtad que pagó con el mayor de los precios; su propia vida. Junto con los otros muertos, Tarín es una víctima de la corrupción y el abuso de poder, y de los políticos babeantes de venganza, que ponderan más su narcisismo que el valor de la justicia.

En vida, habré cruzado dos o tres palabras con él, no era un funcionario destacado ni por mucho, pero Duarte le tenía confianza, formaba parte de su clica original. Triste su historia; quiso burlar la presión jurando el cargo de diputado federal en lugar de otro difunto, Carlos Hermosillo, pero lo detuvieron antes de acceder al fuero. Ya en prisión quiso ser valiente sin saber que los años encerrado lo llevarían a una depresión mortal.

¿Es la última víctima mortal en esta trama de poder, mezquindad, venganza, despechos y narcisismos? Híjole, cuando uno piensa que la serie ha terminado, la producción anuncia súbitamente otra temporada. Hay que ponerle fin, Chihuahua ha sufrido mucho.

Rompeolas

Quienes alimentan teorías complotistas con las muertes del Duartismo no saben de lo que hablan y si saben y lo siguen alimentando, es por intereses políticos. Lázaro Murió a causa del Covid como miles en Chihuahua, sin auxilio. Tavo estaba más relacionado, por mucho, con Reyes que con Duarte. Hermosillo en un accidente que ni el Mossad pudo diseñar, una “corbata” de tráiler sobre su pecho” a media carretera. Tarín en la insondeable oscuridad de su mente. ¿Asesinato? por favor, ya no era útil para nadie, la llamada operación Zafiro con la que Javier Corral quiso llegar hasta Peña Nieto, tratando de ganar notoriedad nacional cuando soñaba con la Presidencia del país, terminó en la coneja productiva. Si la Coneja se les escapó teniéndolo encorralado, menos iba a llegar hasta Manlio, Videgaray y no se diga Peña. Ahora mismo estos tiburones están muertos de risa, con la seguridad del pacto de impunidad firmado por López Obrador. No seamos ridículos, cuando hay tema para joder hay, cuando no, pues no, como dijo López Gatell.

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