Todo el poder vs los que agriaron el sexenio….

Nunca ocultó su arraigado encabritamiento contra jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte el señor presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador…

La Columna De El Diario

…Nunca ocultó su arraigado encabritamiento contra jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte el señor presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. Con todas sus letras advirtió en septiembre del 2023 que propondría una iniciativa de reforma para  “limpiar al Poder Judicial de complicidades, conflictos de interés, convivencias inconfesables, corrupción y derroche de recursos”.

AMLO no cumplió muchísimas cosas prometidas para sus seis años de administración, pero esa sí. Y con creces. Pocos mexicanos creían que fuera a golpear tan recio a sus señorías del Poder Judicial, ciertamente todopoderosos y por décadas intocables.

No solo los asfixió con la fuerza de una brutal constrictora amazónica, también se les prendió del cuello cual indomado mastín y es un hecho que no quedarán ni sus huesos por andar creyendo que ladraba, pero no mordía.

De ahí que la reacción defensiva, la de los involucrados directamente juzgadores y la sociedad general afectada, haya sido lamentablemente tardía. Contra el popular Sansón de nada sirvieron las patadas.

Ahora desearían todos ellos haber hecho lo necesario para ver completado aquel internacionalmente escandaloso proceso de desafuero iniciado en 2005 cuando AMLO era jefe de gobierno en la Ciudad de México.

Enfrentó el juicio político que en la Cámara de Diputados fue exitoso para la causa pro desafuero gracias al empuje del entonces operador principal de ese órgano, hoy senador, Manlio Fabio Beltrones.

Ocurrió luego que le pegó frío justo al Poder Judicial federal y al mismísimo hoy, hoy, hoy, Vicente Fox, que terminó despidiendo a su procurador General, el militar Rafael Macedo de la Concha.

Dejaron vivo y muy enojado al entonces “Peje”, quien había pronunciado ante los diputados en 2004, las siguientes hinchadas palabras: “Ustedes me van a juzgar, pero no olviden que todavía falta que, a Ustedes y a mí, nos juzgue la historia”.  Y vaya historia premonitoria de dictadura la que ha empezado a escribirse.

Por todo el país suenan los topes contra la pared de sus hoy machacados adversarios.

multitudinaria protesta llamada la “marcha del silencio” fue la que terminó por acobardar, en 2005, al subordinable Fox y al sistema de gobierno de aquella época. AMLO se quedó a 250 mil miserables votos de ganar al año siguiente, en el 2006.

Peña Nieto lo sepultó vivo en el 2012 bajo el genial slogan aquel del peligro para México, pero su insignificancia como presidente hizo que López Obrador brotara del agujero.

Así el tabasqueño pudo erigirse como un presidente que ha logrado colocar sucesora, y haya procedido a fijar las bases para que el relevo del  2030 quede en familia, en manos de su hijo “Andy”, Andrés López Beltrán. Las que antes calificaba AMLO de patrañas sobre el tema hoy son realidad con “Andy” como cantado heredero jefe de Morena.

Llegó la trepidante iniciativa de reforma judicial al Congreso de la Unión y pasó sin contratiempos por la Cámara de Diputados, donde Morena goza de una mayoría de esas que llaman aplastante, la de más de dos terceras partes de los 500 legisladores.

Luego en la Cámara Alta, la de senadores, sufrió lo que el vuelo de una mosca sin detenerse sobre un plato de comida, una ligera molestia. Un intento de dolor estomacal.

Fueron algunas decenas de manifestantes apoyadores del personal judicial los que impidieron que los senadores sesionaran para la votación respectiva en su sede habitual, pero solo cambiaron de lugar y asunto arreglado.

Es conocido que en esa instancia los guindas y sus aliados no tenían mayoría aplastante, pero sí echaron mano del aplastante poder federal. Inmisericorde, sin clemencia.

Con la cuerdita de acero bien utilizada en nombre del noble pueblo fueron jalados a cuentas dos senadores del PRD, uno del PAN y otro del MC, les aplicaron también manita de puerco estilo “protocolo” policiaco, los obligaron a traicionar a los partidos que los colocaron como candidatos y terminaron votando en favor de la reforma, o aplicando la del zorrillo rengo, como el caso del naranja. Solo se desapareció antes y durante la votación.

Accedieron esos  “vende patrias” no sin vergüenza, al contrario, con el mismo orgullo que hoy enarbola tal bandera el también senador y traidor a su partido de décadas, Javier Corral Jurado. Afloja cualquier óxido retórico el aceite de la nómina pública.

Lo dijimos en este mismo espacio entre semana, Morena no tuvo más votos para esa causa porque no los requirió. Cuánta razón tenía el senador “plebeyo” de saco de personaje circense cuando dijo que les sobrarían votos.

“Estoy contento”, expresó jubiloso López Obrador en su mañanera del miércoles  tras brincar ese último obstáculo que, en realidad, había brincado desde el 2 de junio, cuando, en las urnas, Morena dejó a la oposición en calzones; faltó poquito para el encuere.

Si no quedó publicada ayer durante la tarde la reforma quedará hoy o mañana, o pasado, en el Diario Oficial de la Federación, una vez que también fue aprobada en la gran mayoría de los congresos de los estados, controlados por el partido oficial.

Ahora sigue su ejecución y punto. Adiós al Poder Judicial Federal como lo conocemos; y en pocos meses también adiós a la actual conformación de los poderes judiciales de los estados.

Así ha terminado, en cruel y dura venganza, una enorme lista de agravios infligidas por sus señorías del Poder Judicial a López Obrador desde aquel 2004 cuando se negó como jefe de la Ciudad de México a respetar una suspensión dictada por un juez de distrito sobre la expropiación de un predio conocido como El Encino. Siguió el famoso desafuero del que hablamos al inicio de esta entrega.

Una vez atenazado el Poder Ejecutivo Federal, quiso apropiarse de la vida del Poder Judicial federal como todo gobernante lo ha hecho en la historia del país. Quien maneja el dinero maneja las decisiones, punto. Olvidémonos objetivamente de la soberanía de los poderes si uno de ellos tiene monopolio total sobre la caja, sobre el dinero.

Quiso prolongar la estancia de su amigo y operador, Arturo Zaldívar, como presidente de la Corte. La mayoría de los ministros pateó la orden y decidió colocar a la permanente migraña del tabasqueño desde enero del 2023, Norma Piña. Zaldívar Lelo ratificó desde entonces la advertencia de la reforma para combatir la “corrupción, el nepotismo y el acoso sexual”.

“Apenas llegó la nueva presidenta y desata una ola de resoluciones a favor de presuntos delincuentes”, acusó el presidente luego que un juez dejara sin efectos una orden de aprehensión contra el exgobernador de Tamaulipas, Francisco Cabeza de Vaca.

Ya nunca se detuvo el mandatario en pasar la aniquilante maquinaria federal sobre el órgano judicial federal: “no es cosa menor, los impartidores de justicia deben servir al pueblo, a sus causas y a sus mandatos, y no como ocurre ahora, operar bajo consigna de grupos o de facciones políticas económicas y hasta bajo consigna de intereses delictivos”, agregó en su quinto informe en Campeche.

Son centenas, miles de juicios los que deja pendientes su régimen con el Poder Judicial federal. Muchos fueron y/o siguen siendo sonorosos: la Ley Bonilla, en baja California; la Ley de la Industria Eléctrica, la famosa prisión preventiva en delitos fiscales, los diputados plurinominales en Tabasco, el fracasado paso de la Guardia Nacional al Ejército (aunque los hechos sea manejada por la Sedena), el plan B electoral, las múltiples suspensiones contra el Tren Maya, las suspensiones contra la construcción del aeropuerto Felipe Ángeles.

Y sigue siendo materia de sin igual controversia la famosa Ley de Remuneraciones de Servidores Públicos que pretendió imponer López Obrador para todo el país: nadie ganaría más que el presidente de la República, pero el presidente viviendo en Palacio Nacional sin pagar renta, ni servicios, ni combustibles, ni escoltas…

Con esas picadas de ojo, con ese constante y molesto “desafío”, el presidente la hizo buena.

Pacientemente, logró su desquite, su descomunal revancha; obviamente no para “limpiar de corrupción” al Poder Judicial en todos los sentidos, sino para entregarlo a nuevos jueces por completo dúctiles hacia la Cuarta Transformación.

Tiene razones para estar contento AMLO, más parafraseando a los operativos policiacos con detenciones importantes de delincuentes, sin disparar ni un solo tiro, solo aplicando aquella de César Duarte Jáquez, el poder es para poder.

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