México y la ultraderecha….

Lilia Aguilar Gil

“Existen estados o municipios, como Ciudad Juárez en los que su diversidad son su mayor fortaleza en contra de estos guiños que no dejan de ser peligrosos.

México no es un país de extremos. Su historia así lo demuestra. Desde su época de independencia hasta nuestros días, no existen en el poder personajes de la derecha extrema, existen claro porque es un país democrático, pero no cuentan con el apoyo de la gente.

Frente a personajes “nuevos” que reciclan ideas rancias, como este otrora mal cantante y mal actor, Eduardo Verástegui, México no se prende y ante los Trump, los Milei, los Bolsonaro y los Bukele, esas son buenas noticias.

El continente americano, siguiendo la tendencia europea, nos ha dado en esta última década personajes impresentables, de esos que una no sabría en primera instancia cómo explicar, pero que una vez que se les va desmenuzando, se corresponden con una narrativa que una buena parte del mundo está abrazando y que va de la mano con tendencias religiosas, la idea de que lo diferente, lo ajeno, lo “otro”, es malo, es perjudicial, está corrompido y que en encima en el individualismo.

En México, desde 1953 se fundó la organización nacional del Yunque bajo la premisa de defender la religión católica de sus adversarios: el comunismo, el pueblo judío y la masonería, organización claramente ligada al PAN y hoy también a Vox en España; en ese corredor de la ultraderecha, hay personajes tan penosos como Jorge Serrano Limón, y su organización Provida, Bernardo Ardavín, jerarca del Yunque, José Barroso Chávez, afín al Comité Pro Vida, Carlos Abascal Carranza, secretario de Gobernación durante el sexenio de Vicente Fox, y más recientemente, la senadora camaleón, Lilly Téllez, quien un día alaba al presidente, al otro lo condena.

Todos ellos tienen en común, más allá de su ideología, la relativa oscuridad en la que se han desempeñado. Bien lo decía la senadora camaleón hace poco en un conclave panista, cuando arengaba a los panistas a no avergonzarse de su ideología de derecha, lo cierto es que la elite de este partido sí lo hace, y ello es por una razón, saben que México no es ni admitirá, por lo menos por un buen tiempo, a los ultraderechistas, ni el gris Bolsonaro, ni el “león” Milei ganarían una elección en este país.

Quien quiso salir de la oscuridad llegó apenas a las 110 mil firmas de un millón que debería haber recabado para registrarse como candidato independiente, aun cuando recurrió al modelo y propuestas de quienes debe considerar sus inspiraciones como Trump o Milei pero sin ningún éxito, porque aparentemente hasta para la locura hay que ser talentosos.

“He estado evaluando, pensando, hablando con mis asesores, la familia, con mi director espiritual y como todo proyecto en el cual me involucro siempre hay un proceso de discernimiento, oración y ayuno para purificar las intenciones”, comentaba el actor cuando se dispuso a recolectar las firmas. Tiempo después, posaba ante sus redes sociales disparando un rifle AR-15, de esos que tanto les gusta a los narcotraficantes: “Miren lo que le vamos a hacer a los terroristas de la agenda 2030, del cambio climático y de la ideología de género. Los leo”.

Me parece que acá es donde encontramos la respuesta de por qué en México no prende la ultraderecha, porque el PAN, aunque haya quien piensa de esta manera, la hipocresía y su miedo a perder votos los mantiene en las sombras, y a que, existen estados o municipios, como Ciudad Juárez en los que su diversidad son su mayor fortaleza en contra de estos guiños que no dejan de ser peligrosos.

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