Nada está escrito: ya hay contrincante

Pascal Beltrán del Río….

Bitácora del director

…..Una contienda electoral es de percepciones. Qué aspirante logra motivar a sus seguidores, desmotivar a los del bando contrario y hacer que los indecisos se inclinen por su candidatura, eso es lo que casi siempre determina el resultado. A finales del año pasado, esa aspirante –en el caso de la elección presidencial mexicana– era Claudia Sheinbaum. La exmandataria capitalina había creado la impresión de que su triunfo era inevitable. Cuanta encuesta se publicaba la mostraba con una delantera que se antojaba irremontable.

Sin embargo, algo ha sucedido en las últimas semanas que ha ido modificando esa impresión. Podríamos resumir la situación actual de la siguiente manera: si la elección se realizara hoy, seguramente ganaría Sheinbaum, pero su contrincante, Xóchitl Gálvez, no parece dispuesta a perder sin pelear; ha ido creando, poco a poco, la percepción de que su victoria es una posibilidad remota, pero existente, y todavía restan más de 80 días para la elección. En esto, mucho ha tenido que ver el presidente Andrés Manuel López Obrador. Hace algunas semanas comenté en este espacio que la cercanía de Sheinbaum con el tabasqueño sería un activo mientras durara la alta popularidad de éste. Pero si el apoyo de la población por el Ejecutivo menguara, la aspirante del oficialismo se vería afectada.

López Obrador comenzó el año anunciando las iniciativas que enviaría al Congreso de la Unión para modificar varios artículos de la Constitución para lograr, entre otras cosas, extinguir a varios órganos autónomos o limitar sus capacidades. Uno de los principales destinatarios de las reformas propuestas es el Poder Judicial federal. Esto volvió a sacar a las calles a cientos de miles de personas en todo el país. En la CDMX, los manifestantes llenaron el Zócalo capitalino el 18 de febrero, menos de dos semanas antes del inicio de las campañas electorales. La oposición, que parecía muerta en diciembre, había renacido.

Simultáneamente, el Presidente vio disminuida su popularidad por publicaciones periodísticas que expusieron presuntas vinculaciones de gente de su entorno con el crimen organizado, las cuales derivaron en una reacción en redes sociales señalándolo como “narcopresidente”. Esto ha coincidido con un arranque de campaña deslucido y problemático por parte de Sheinbaum. Si bien llenó el Zócalo el viernes 1° de marzo, los principales comentarios que se generaron en torno del inicio de sus actividades de proselitismo fueron una equivocación en su discurso al decir “que siga la corrup…”, en lugar de “que siga la transformación”, y un encuentro incómodo en esa misma tribuna con Clara Brugada, la candidata a jefa de Gobierno.

En cambio, su contrincante Xóchitl Gálvez ha dominado la conversación, en estos primeros diez días de campaña, mediante dos propuestas: construir una megacárcel de alta seguridad para delincuentes peligrosos y transformar a Pemex en “Emex, Energías Mexicanas” y clausurar dos refinerías. Si bien ambas ideas recibieron críticas por parte de expertos, no se puede negar que generaron más discusión que las cien promesas que expresó Sheinbaum en el Zócalo.

La candidata oficialista se equivocó al pensar que la contienda había acabado sin haber comenzado. Quiso que su acto del 1° de marzo pareciera el festejo por su toma de posesión.

No cabe duda que el moméntum de la campaña es de Xóchitl Gálvez, quien incluso ha sacado al presidente López Obrador de su compromiso de no intervenir discursivamente en la elección, pues la semana pasada volvió a hacerlo. Además, Gálvez ha mostrado mayor capacidad de pivoteo que su adversaria. Cuando se filtraron en redes los números telefónicos de una y otra, Sheinbaum condenó el hecho, mientras la hidalguense pidió que le llamaran.

Es verdad, aún faltan más de 80 días para ir a las urnas y quien ahora está arriba en la discusión pública –como dicta la rueda de Boecio– podría pronto encontrarse abajo (quizá ese pueda ser el efecto del primer debate de candidatos, el 7 de abril, lo veremos). No obstante, lo que ya logró Gálvez es destruir la sensación de un triunfo inevitable de su rival. La percepción de que estamos en una competencia real seguramente prevalecerá hasta el 2 de junio.

Se el primero en comentar

Deja un comentario

Tu dirección de correo no será publicada.


*