Ocurrencias….

Fernando Belaunzarán


…..No es la excepción, sino la regla. Hay que salir del desconcierto y encontrarle racionalidad a tanto despropósito para entender su obsesiva reiteración. Los resultados deben medirse de acuerdo a los objetivos y quizá ahí resida la confusión. Si no se busca lo mismo o la prioridad es distinta, debe evaluarse con un parámetro diferente. Nos parece absurdo porque no compartimos intereses o, mejor dicho, discrepamos en qué es lo fundamental: ¿para qué se necesita una Megafarmacia?

La actual administración piensa que, ante todo, gobernar es comunicar y nada es más importante que la percepción social, a tal grado que la constatación de los hechos y sus consecuencias, al margen de la narrativa presidencial, pasan a segundo plano. Lo que se busca afianzar es un relato y si éste no coincide con la realidad, peor para la realidad. La verdad es lo que dice el Presidente y, si lo pones en duda, eres conservador.

De ahí la centralidad de la propaganda en cada decisión, en cada política, en cada oportunidad. El gobierno gira alrededor de la mañanera y no por casualidad. Se trata de imponer una visión de las cosas, pensamiento único sostenido en ideología machacada ininterrumpidamente con demagogia épica que ignora la evidencia e incluso el sentido común. Por eso nunca hay autocrítica y se opta indefectiblemente por negar fallas, errores y fracasos. Los otros datos siempre estarán ahí para sostener hasta lo insostenible.

Volviendo a la pregunta, ¿para qué se necesita una Megafarmacia?, la respuesta es salir al paso del desabasto de medicamentos que este gobierno originó con una medida de impacto mediático y narrativo. No resolverá el problema de los pacientes que llevan cinco años sin conseguir sus medicinas en el sistema público de salud, pero sí nutrirá el discurso de quien recurrió a una medida grandilocuente y de alto potencial publicitario para cubrir uno de sus flancos más vulnerables. La eficiencia es prescindible, la imagen no.

Suena hasta cruel dejar en el derechohabiente la responsabilidad de conseguir el medicamento que no se encuentra en su centro de salud, aventándolo a laberinto de la burocracia sin ninguna garantía de éxito tras cumplir el engorroso procedimiento. Pero cualquier cosa es mejor que regresar al sistema de compra y distribución de antaño, que sí funcionaba, pues eso sería admitir que no se debió cancelar, lo que daría la razón a sus detractores. Si algo evita escrupulosamente es reconocer que se equivocó. Mejor mentir y culpar a los adversarios, aunque la acusación sea inverosímil; al menos su base le creerá.

La consistencia salta a la vista. Desde la cancelación del aeropuerto de Texcoco para ampliar Santa Lucía con el AIFA, hemos visto el capricho megalómano por sobre la racionalidad técnica del costo-beneficio. Seguimos pagando por un aeropuerto de primer mundo que no se construyó mientras se presiona a las aerolíneas para programar más vuelos en el otro, aunque los usuarios se rehúsen a utilizarlo. Y qué decir de arrasar un manglar para construir una refinería en plena transición energética o devastar la selva y poner en riesgo cenotes y ríos subterráneos por un tren que no ahorra tiempo en los trayectos y está condenado a ser subsidiado durante toda su existencia. En esas tres ocurrencias se han despilfarrado 1.3 billones de pesos, y otro tanto en la aerolínea comercial-militar, que quebrará más temprano que tarde, pero el elevado gasto inútil no aflige al Ejecutivo mientras le sirvan como publicidad, presentándolas como las grandes obras de la epopéyica transformación que prometió. Está convencido de que la única realidad que importa no es la que se constata, sino la que se fabrica y transmite con palabras y él tiene el megáfono más grande.

Es sintomática la descalificación hacia padres de niños con cáncer que han protestado por falta de quimios, reciclando la infamia de una delirante conspiración para lastimar su imagen. El desabasto está documentado y nada tan irreprochable como luchar por la vida y la salud de los hijos, pero le pegaron donde más duele: en el terreno de la propaganda. Por la batalla de las madres buscadoras, desaparece desaparecidos. Aquí respondió con un elefante blanco… otro más.

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