Alto a la violenta anarquía del 8M

La columna de Luis Froylán Castañeda

…. *LOS DESTROZOS NO LAS REVINDICAN

…. * DESPECHADA, LA MATRONA SE ESCONDE

….. La anarquía violenta debe ser detenida, no dignifica, denigra a las mujeres y frivoliza sus legítimos reclamos.

Las sufragistas de Estados Unidos e Inglaterra luchaban, a principios del siglo XIX, por su derecho al voto. Las feministas liberales de la posguerra salieron a las calles en protesta contra la desigualdad, querían mayores libertades. Las feministas a finales del siglo pasado lucharon por equilibrar la brecha salarial y la apertura de espacios públicos. Todos sus movimientos resultaron exitosos, la mujer de hoy es muy diferente a la mujer del siglo antepasado; vota y es votada, goza de todas las libertades y derechos humanos, conquistó los más altos cargos públicos y privados, incursionó exitosamente en la ciencia, la cultura, los deportes.

Ganaron la batalla por sus derechos plenos y consiguieron el respeto social, siendo tan eficientes que las feministas de hoy no encuentran la manera de aclarar las razones de su movimiento. ¿Por qué luchan las feministas radicales de ahora? ¿Qué causa mayor las impulsa hacia las calles? En razón de sus consignas, mantas y cartulinas que exhiben se infiere que no están a favor de nada pero en contra de mucho. Cada ocho de marzo ellas salen a las calles a expresarse contra el acoso sexual, la violencia, el asesinato, en nombre de las que “ya no están”, con el mantra de “ni una más”. Aparte de las mentes trastornadas de todos los tiempos y lugares, ¿quién, siendo mujer u hombre, pudiese estar a favor las atrocidades que las atormentan. ¡Nadie!, todos las condenamos y queremos que jamás sucedan. Esa lucha es la lucha de todo mexicano que ama a sus hijas, hermanas y que tiene madre.

Las nuevas feministas, las decenas que se apropian de la manifestación causando destrozos, no revindican banderas en “favor de”. La suya es una expresión violenta, anárquica, destructora, de odio contra los gobiernos, las empresas, el conductor, los transeúntes que se cruzan a su paso. Quiero suponer que en esos símbolos ven al jefe que las manoseó, al palurdo que las acosa, al enfermo libidinoso que las violó, al compañero que les quitó la oportunidad de un mejor trabajo por el único hecho de ser mujeres y en esta fecha memorable desahogan sus ofensas. Más que un movimiento, en los últimos años las marchas del 8M parecen un ejercicio de catarsis, la liberación emocional por ofensas, abusos y frustraciones recibidos durante años o más aún, por las ofensas de todas las mujeres en la historia.

Paradójicamente, da la impresión de que luchan contra la mala suerte de haber nacido “indefensas mujeres” y, empoderadas socialmente por las heroínas que las precedieron, el acceso a la cultura y los espacios conquistados, salen a las calles con martillos a destrozar lo que ven a su paso, especialmente los edificios que simbolizan el poder gubernamental. ¿En nombre de qué pueden ser justificados razonablemente los destrozos causados por la generación de mujeres más y mejor empoderadas de la historia? Introduzco aquí una provocación consciente; en su imagen de mujeres valientes, fuertes e insumisas que jamás se dejan, asoman rescoldos de manipulación.

Las manifestaciones extremas del 8M llevan años en Ciudad de México y otras capitales del país, pero nunca en la historia de Chihuahua los edificios públicos habían sido el objeto principal de sus destrozos, hasta que una mujer se hizo cargo del Ejecutivo, ganado además con el carácter y firmeza que no se habían visto en políticos varones, no al menos en nuestra entidad. Sin embargo, en vez de compartir el éxito de una compañera de género, congratularse por el avance político de sus compañeras pues además una mujer es presidenta del Legislativo y otra del Ejecutivo, vuelcán sus odios contra los edificios públicos que las representan, como lanzando un reto desaforado a su autoridad.

¿Por qué la contradicción obvia, si además en los cinco años del gobierno anterior no tocaron Palacio ni con la tinta más suave de un marcador de agua, siendo que Chihuahua era campeón en feminicidios? Aquí está la manipulación, nos lleva hacia una mujer que desde su villa dorada en Barcelona exigía retorcer las leyes y presionar a los juzgadores a través de manifestaciones de consigna, sin más pretensión que forzar la vinculación a proceso de la entonces candidata del PAN y favorita al gobierno. Recordemos el “hagan algo o Maru será gobernadora”. Hicieron mucho y de todos modos fue gobernadora, enfureciendo a ésta matrona del feminismo más violento que hoy, aseguran, alienta los destrozos en edificios públicos.

Llegó el momento que las mujeres, la enorme mayoría de las que marchan cada ocho de marzo, tomen distancia de las que salen a las calles provistas de herramientas para la destrucción. Esas mujeres, miles de ellas, representan el movimiento de legítima inconformidad contra los abusos recibidos, pero en su ímpetu liberalizador enmarcan, sin percatarse, el destrozo de las que llegan bajo consigna de ya saben quién. Esta anarquía violenta debe ser detenida, no dignifica, denigra a las mujeres y frivoliza sus legítimos reclamos, dejan la discusión pública en los destrozos, no en los abusos que pretenden conjurar.

www.lavisiondechihuahua.com.mx

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